En este artículo vamos a centrarnos en las claves para la corrección de textos poéticos, cuáles son las mayores dificultades con las que os podéis topar y con qué herramientas cuenta un corrector de ortografía cuando quiere continuar profesionalizándose.
¿Pero cuál es la diferencia entre abordar uno y otro trabajo? ¿Son las tarifas de corrección de textos las mismas para todos ellos?
Características de la corrección de textos poéticos
El lenguaje poético es, dentro de la literatura, el que más licencias puede permitirse. Esto quiere decir que os podéis encontrar con verdaderas atrocidades ortográficas y gramaticales que, sin embargo, responden a una intención previa del autor y están hechas a propósito para investigar esos límites del lenguaje que caracterizan a la poesía.
¿Cómo saber diferenciar entre lo que está verdaderamente mal y lo que se ha escrito con toda la intencionalidad del mundo? Desgraciadamente, no hay una clave para ello, pero os daremos unas pautas para que podáis enfrentar estos textos con éxito.
1. Comentarios frente a las dudas
Lo primero de todo: ante la duda, preguntad. Los comentarios del word nos dan grandes alegrías, esta es una de ellas. Si consideráis que tenéis que recurrir al autor para que os solucione una duda, abrid un “bocadillo” e indicadle que tal cambio se ha hecho por este u otro motivo.
No obstante, tampoco es plan de estar llenando todo de sugerencias o justificaciones: vuestro criterio como profesionales ha de prevalecer, pues el cliente tendrá, en cualquier caso, siempre la última palabra sobre su texto.
2. Errores imperdonables
Como esos terribles puntos después de una interrogación o una exclamación. En contraposición al punto anterior, también os recomendamos que ante ciertas situaciones hagáis lo que popularmente se conoce como “entrar a matar”.
Las reglas ortográficas y gramaticales existen por un motivo, y lejos de lo que un autor o autora quiera hacer con ellas, un corrector de ortografía ha de aceptar que su trabajo se rige por las normas oficiales de puntuación, ortografía y gramática registradas por la Real Academia Española.
3. Interpretación de la obra poética
Sin embargo, y aquí llega el verdadero problema, los poemas no solo son metamorfosis del lenguaje, experimentos basados en la mística de un escritor. Más allá de la corrección del texto, de las faltas ortográficas y de puntuación de las que hablábamos antes, os enfrentaréis a la interpretación misma del poema y tendréis que asumir que, más allá de contar algo, tienen una musicalidad que los caracteriza. Y que hay que respetar.
Os encontraréis en situaciones contradictorias, así es, donde no sabréis si meter mano o dejarlo como está. El nivel de dificultad lo pondrá el propio autor, ya que cuando se trata de profesionales sus recursos son fácilmente reconocibles y se puede saber enseguida si los “errores” en el texto han sido hechos adrede o sin querer.
La experiencia, no obstante, os dará más respuestas que nosotros, así que lo importante es que no os amedrentéis ante ningún tipo de encargo, especialmente cuando se trata de poesía.
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Los autores y su texto inmutable: cómo afrontar la crítica del cliente
Esto está estrechamente relacionado con el apartado anterior. Donde un corrector de ortografía haya considerado hacer un cambio, ahí puede surgir la crítica y el cabreo del autor. No es nada personal, pero no será raro que os encontréis con la furia de un escritor que ha visto cómo mancillabais (con toda la buena intención del mundo) su próxima épica universal.
Ante esta situación, y ante todos los caminos que podéis tomar, os recomendamos el siguiente: explicarle amablemente el por qué de la mayoría de los cambios y hacerle saber que, en última instancia, él decide cuáles se aplicarán o no en su texto.
Lo más probable es que un gran número de clientes haga caso de vuestro criterio profesional, lo que mejorará así enormemente sus poesías y a vosotros os hará avanzar con ánimo al siguiente escalafón de vuestra carrera profesional.
Tarifas de corrección de textos poéticos
Vaya por delante que cada profesional es libre de ofrecer las tarifas que él o ella quiera. Que exista un estándar (sobre todo para los más novatos, aquellos que todavía no se han metido de lleno en el mundo de la corrección) no quiere decir que todos debamos ajustarnos a ellas.
La competencia es buena, y lo que uno puede ofrecer en base a su nivel de conocimiento ha de ir siempre acompañado de la correspondiente y justa retribución.
Un corrector de ortográfico cobra su trabajo por matrices, es decir, por todos los caracteres y espacios que hay en el documento sobre el que se va a trabajar. Se asigna un precio para cada matriz, y a través de la multiplicación de esa cantidad por el total de matrices se extrae el precio final.